Observar

Jorge Wagensberg. Científico. Barcelona, 1948

 

(Cuando no duerme, Oscar Tusquets observa.) Observar es una actividad nada obligatoria que empieza con otra bien simple y automática: ver (abrir los sentidos al mundo). Si la mente se interesa por lo visto, entonces es posible que se decida a mirar (fijar la vista). Si la mente se interesa por lo mirado, entonces es cuando bien puede ocurrir que la mente se ponga a observar (fijar la mirada). Si además la mente se interesa por lo observado, entonces no se descarta que la mente necesite preguntar, es decir, se ponga a experimentar (provocar nuevas observaciones). Llegado este punto, un último ejercicio se hace casi inevitable: conocer. Lo que empieza por un simple abrir de ojos puede acabar con una mente ansiosa por comunicar una novedad. Ver, mirar, observar, experimentar, conocer y comunicar son pasos de un mismo proceso, ejercicios de más o menos mérito, más o menos frecuentes en una actividad creadora... En general, los buenos creadores de conocimiento, en su vida de cada día, se acuerdan de casi todo eso: ver, mirar, experimentar y ganar conocimiento ¡Pero no tanto de observar! Es el paso más raro y crucial: parar la mirada. Reparar en algo visto, que pocos ven, y parar la mirada donde casi todos siguen viendo. Es el paso más fácil de saltarse, el de más difícil ocurrencia, la chispa que marca la diferencia. Quizá sea la hora de la verdad, la hora que goza el genio... Obsérvese por ejemplo la arquitectura, la pintura, los objetos, los libros y lo que dice, en diálogo o en monólogo, Oscar Tusquets. Se ve muy bien: cuando no duerme, Oscar observa.